Seguramente para muchas personas identificar la variedad de uva Garnacha dentro de la comarca vitivinícola de Toro, sería algo, posiblemente fruto de un error. El arraigo de la Tinta de Toro con su comarca es tan grande, que resulta dificil interpretar otra cosa. Bien, pues la realidad es la que es y el propio consejo regulador de la D.O. Toro, no solo la reconoce, sino que manifiesta, ciertas verdades, que colisionan con los estereotipos que nos han inculcado durante muchos años.
No es cuestión ahora de hacer un análisis pormenorizado de la historia, pero al menos, la propia D.O. Toro reconoce como mínimo, que ambas variedades de uva convivieron en paz y armonía por estas tierras castellanas. Una, la Garnacha del mediterráneo, y la otra, Tinta de Toro de ascendencia desconocida.
En los años 1990, la Junta de Castilla León se ve inmersa en un plan de selección clonal y sanitaria de la vid, rescatando y multiplicando las variedades autóctonas de la Comunidad, entre ellas la Tinta de Toro, que goza de su número de clon correspondiente. Desgraciadamente, la Garnacha de Toro con más de 2.000 años de historia gozó de poca consideración.
Curiosamente en tan solo dos años de intenso curro, estos dos “locos de la colina” han conseguido concitar el interés de otros bodegueros de la zona y también que la cotización de la variedad de uva Garnacha se nivele a la Tinta de Toro.
Javier Rodríguez está realizando un trabajo excepcional, lo mismo, que Pedro Ballesteros. Aquellos afortunados, como Solwines, que asistimos a su cata magistral en la primera edición del Duero International Wine Fest, podemos afirmar que los vinos de la bodega Rodríguez Sanzo en Toro son dignos de tener en cuenta y su 100% Garnacha de Toro todo un hallazgo.
R.G.Q.