Nos encontramos con Pedro en el hotel donde se hospeda en Burgos para intercambiar impresiones, justo antes de que él, ante numerosísimo público explique, desde su punto de vista, cómo se crea una gran marca. Lo cierto es que, mejor que Pedro pocas personas pueden definir las líneas, que ha llevado a Pago de Carraovejas en tan poco tiempo, no olvidemos que la primera añada sale en 1991 y en poco más de 25 años se ha consolidado, como uno de los vinos más solicitados y demandados en los restaurantes españoles, sobre todo en zonas como Castilla León, parte de Andalucía y la comunidad valenciana.
Posiblemente, sea el único vino de España, que tenga un consumidor tan fiel, que demande su vino y no opte por otra propuesta, aunque esta tenga un gran reconocimiento.
“La razón, se debe a un conjunto de variables. El inicio de nuestro proyecto familiar siempre fué nuestro restaurante en Segovia cinco años antes, el concepto del pronto pago al no disponer de un departamento comercial, puesto que en principio, el vino era únicamente para abastecer las necesidades del restaurante. Todo ha contribuído a nuestro éxito, que si te soy sincero en su origen no era el objetivo de mi padre. Lo cierto es que ahora las cosas han cambiado y tenemos una gran responsabilidad ante nuestros clientes, que no podemos decepcionar”. Estas eran las primeras palabras de Pedro, que luego profundizaremos un poco, después de escuchar a Enrique Valero, director general de Bodega Abadía de Retuerta en su tertulia con nuestro interlocutor.
Hay que dejar claro, que la trayectoria profesional de Pedro no solo es fruto del relevo generacional de un negocio familiar. Estudió psicología en donde se licenció. Inicia su vida profesional como docente en la universidad, también como psicólogo social de la Cruz Roja y abre su propio despacho profesional. Una trayectoria profesional, que me recuerda al protocolo familiar de Bodega Familia Torres en donde, cualquier vástago tiene que iniciar al menos durante tres años su vida profesional al margen de la empresa familiar y en otra actividad ajena al del mundo del vino. Posteriormente, es el negocio familiar el que exige su presencia y en el año 2007 es nombrado director general de Bodega Pago de Carraoveja sustituyendo a su padre, actual presidente.
Ahora con 120 hectáreas, fundamentalmente en el valle del Botijas, frente al Castillo de Peñafiel en producción y 800.000 botellas en comercialización nos preguntamos si es hora de plantearse nuevos productos. ¿Tal vez un clarete, tan de moda otra vez?. “No nos comenta Pedro entre risas. Nuestra expansión no va por esa línea”
¿Por dónde entonces?. “Bien tenemos que consolidar Ossian, nuestra bodega en Rueda en donde tenemos 50 hectáreas de viñedo prefiloxérico”.
Como nuestra conversación iba por el camino de la expansión y realmente conversar con Pedro es muy sencillo, afable, cordial, sin ínfulas de grandeza, sino todo lo contrario, nos confiesa que “Bueno estuvimos a punto de cerrar una operación en la Rioja Alavesa, pero el caso no salió”.
¿Y otras zonas o propuestas?
“Bueno (nos confiesa Pedro), Ribera del Duero aún tiene muchísimo que ofrecer y no hay que desdeñar proyectos atractivos en ese sentido, pero confieso mi debilidad por Galicia en donde he disfrutado muchísimo de sus vinos blancos, pero está muy lejano aún, cualquier propuesta. Es más una ilusión personal que un trabajo con un objetivo concreto”.
De fácil palabra y franca sinceridad el tiempo acaba. Su compromiso en el Duero International Wine Fest empieza en breve con lo que volvemos a Pago de Carraovejas y para los que sentimos el vino en el palpitar del corazón nos duele mucho ver como el trabajo en bodega se puede perder, cuando el transporte es inadecuado y los vinos se ven sometidos a grandes temperaturas, o cómo en algunos almacenes, incluso de distribuidores, tampoco se conserva el vino en las temperaturas precisas.
“Tienes toda la razón Ricardo. Nosotros somos muy exigentes en la trazabilidad del transporte, del vino. No sale una botella de bodega los viernes, ni en verano. Los pales salen con flexes térmicos y exigimos a nuestros distribuidores un control axhaustivo de temperatura en sus instalaciones, humedad y exposición lumínica”
Por último, Pedro ¿Cómo va el trabajo y estudio de las tinas de roble en la vinificación que estáis impulsando?
“Bien, es un proyecto hispano-francés. Desde el año 2007 llevamos trabajando con grandes tinas de roble y apenas hay nada escrito sobre un protocolo de mantenimiento, uso de la madera, etc. Ahora conocemos mucho más de los aportes de la madera en la vinificación que antes”.
La conversación toca a su fin. Nos veremos a lo largo del día, pero ya con muchos amigos. La situación actual de Pago de Carraovejas es fantástica. Goza de una estupenda salud, pero es curioso observar unas declaraciones del “presi” Jose Maria Ruiz Benito, al periódico Norte de Castilla en julio del 2014. “La empresa es como una autopista, no tienes otra opción, o avanzas o te atropellan y si das la vuelta te estrellas”. Veremos por donde transcurrirá la autopista de Pago de Carraoveja. A Ribera del Duero otra vez. A Galicia o tal vez otra intentona a Rioja.
Muchos se preguntan el éxito descomunal de Pago de Carraoveja en tan poco tiempo. Una vez a Rothschild le preguntaron por la fama de sus vinos. La respuesta fué la siguiente: “Es muy facil hicimos un vino y esperamos cien años”. Para Enrique Valero durante la mesa redonda en el Duero International Wine Fest con Pedro Ruiz, Jose Manuel Pérez Ovejas de Bodegas Hnos Pérez Pascuas y Pablo Álvarez consejero delegado de Vega Sicilia manifestó que la creación de una gran marca se debe a cuatro factores: tiempo, terruño histórico, equipo humano y localización. En el caso de Pago de Carraoveja se cumplen estos requisitos, pero la oportunidad, estrategia e idoneidad, también han jugado un papel importante, amén de lo que nos manifestó Pedro. En fin, un conjunto de variables, que hacen de Pago de Carraovejas un vino único en el mundo, como única su concepción. Por eso, grandes universidades y escuelas de IE Bussiness School llevan tiempo estudiando este fenómeno. Tal vez convivir unos días con Pedro se podría visualizar mejor este fenómeno, que tanto nos agrada.
R.G.Q.