Hoy toca escribir de una de las bodegas más apasionantes y singulares del mundo. Para los no muy iniciados R. López de Heredia pudiera ser que no supieran entenderlo, pero si dijéramos Viña Tondonia, la cosa cambiaría mucho. Lo mismo, sucede en el extranjero en donde con solo mencionar el nombre del vino: “Viña Tondonia” ya muchos sabrían reconocer como uno de los mejores vinos españoles.
Rafael López de Heredia, procursor de esta generación familiar de viticultores y bodegueros, a lo largo del tiempo puso nombre y apellido a los grandes vinos de España, contribuyó de una manera decisiva a situar en el mapa los vinos de la D.O.Ca. Rioja y sobre todo nos ha dado una clase magistral de elaborar vinos, que hasta hoy en día y gracias a sus sucesores se pueden reconocer como unos vinos tradicionales, modernos y muy personales.
La historia define que en el año 1877 Rafael inicia la construcción siempre inacabada de esta bodega en el marco de la Estación de Haro, que al igual que las grandes catedrales siempre se tiene que seguir construyendo como así lo han entendido siempre, aquel familiar que se hiciera cargo del testigo generacional de Viña Tondonia.
En aquel entonces, Rafael, que estudió comercio y contabilidad en Bayona se adelantó a los acontecimientos y cuando el gobierno francés cerró las fronteras a la exportación de los vinos riojanos a granel a tierras galas en 1892, él ya estaba preparado para embotellar y reivindicar la grandeza de los vinos de La Rioja. Posteriormente, dentro de su ideario personal en 1913 plantó en la Viña Tondonia, una finca de más de 100 hectáreas, lo que sería el inicio de uno de los vinos más significativos del mundo; Viña Tondonia y posteriormente en otras 70 hectáreas más llegaron Viña Cubillo, Viña Bosconia y Viña Zaconia, todos ellos con la genialidad y personalidad de esta familia. Estamos ante más de 140 años elaborando vinos y con la 4ª generación responsabilizando del legado familiar.
Permítanme que haga un recuerdo muy especial a Pedro López de Heredia, desgraciadamente ya fallecido y con quien tuve el honor de compartir mesa y mantel con otro insigne bodeguero, como lo es Luis Alegre. Allí entre copa y copa de maravillosos vinos tanto Pedro como Luis fueron desgranando la historia real y auténticas de las personas, bodegas y viticultores que han engrandecido La Rioja y que muy a mi pesar al ser algo no previsto, desgraciadamente no pude transcribir esa conversación. Vaya pues mi agradecimiento y homenaje a ese almuerzo y a estos dos hombres del campo, de la vid y de Rioja como lo son Pedro López de Heredia y Luis Alegre.
Como decíamos antes, estamos ante una obra inacabada, cuya bodega ocupa una extensión cercana a 50.000 metros cuadrados, de los que cerca de 20.000 están edificados, 200 metros de largo de calado, 12.900 barricas construídas en sus propios talleres de barrica, 72 tinas de madera y en algunos lugares a 10 metros de profundidad hasta llegar al ribazo del río Duero. Todo ello, no es suficiente, porque generación tras generación han ido engrandeciendo estas instalaciones.
Nadie ha sabido comprender como la Bodega R. López de Heredia las largas crianzas de blancos, rosados (mayormente para el mercado norteamericano) y sus tintos en botella tras años de vida en barrica. Por eso sus vinos son tradicionales, con puntas de modernidad y mucha, muchísima personalidad.