Contextualizar exclusivamente este cava a la botella sin comentar nada del proyecto de la familia Pujol-Busquets Guillen en Alta Alella sería cerciorar las emociones que nos ha producido cada trago de estas burbujas finas de Laietá Gran Reserva 2018.
Posiblemente una de las bodegas más cercanas a Barcelona. Un viñedo con certificado ecológico al resguardo del Parque Natural Serralada de Marina a tan solo 1,3 kilómetros del Mediterráneo; aquí brota este sueño familiar establecido en el año 1991 y que a día de hoy es ya todo un referente en los vinos y cavas de calidad.
Lo primero que se ve y a nadie le deja indiferente es la elegancia y exclusividad de la botella vestida también con una etiqueta distinguida de color grisáceo. Coupage de variedades: Pansa Blanca, Chardonnay y Pinot Noir visualmente de color amarillo pálido con reflejos dorados las finas burbujas nos deja paso en nariz a aromas de fruta blanca como la pera y manzana asadas con ciertos recuerdos también almendrados. Ya en boca es seco, untuoso, afrutado y con un perfecto equilibrio. Un cava redondo.
Alta Alella Laietá Gran Reserva 2018 es tan elegante que marida a cualquier hora siempre que lo disfrutemos tranquilamente; pero si tenemos que acompañar con algo; tal vez con un plato de frutos secos, buen jamón, guisos especiados de carne roja, centolla, gambas, ostras, conchas finas, aderezado siempre con una buena compañía y tertulia.
Un homenaje a los layetanos, antiguo pueblo íbero (pre-romano), que habitaron en la parte norte de la ciudad de Barcelona, que nosotros podremos disfrutar en forma de un excelente cava con personalidad a un precio aproximado de 22 euros botella.
El trabajo en la zona de Alta Alella que la familia Pujol-Busquets esta desarrollando es francamente encomiable. El respeto medioambiental es una de sus máximas en mayúscula, como lo es la mínima intervención. La uva se expresa tal y como es. En un paraje protegido e influído por las brisas y delicadezas marinas del Mediterráneo.
Ricardo G.