Hay vinos que tienen tanta personalidad y abolengo, que reflejar en una cata sus sensaciones organolépticas al modo tradicional: Visual, nariz y boca resulta desde nuestro entender escaso e injusto. Vinos como Marqués de Vargas Gran Reserva se merece mucho más que sensaciones. Las emociones, que transmiten cada trago. Recuerdos a vino de Rioja. La de ayer y hoy se refleja no solo en la cata, sino que también se visiona en la contraetiqueta de la botella: “En el interior de esta botella se encuentra el resultado del trabajo de la naturaleza y el hombre”. ¡Qué gran verdad!.
Hemos disfrutado de cada sorbo de Marqués de Vargas Gran Reserva 2016. Emociones y recuerdos que hacen grande no solo a este vino, sino también a la comarca riojana. Al 85% de Tempranillo con 10% Mazuelo y 5% Garnacha, que se fusionan en un coupage perfecto.
Una botella vestida con una etiqueta de mucha personalidad. A nadie la deja indiferente. Detrás nos encontramos con un vino procedente de viñedos de la Hacienda Pradolagar con una expresividad superlativa. Aromas concentrados y complejos. Balsámicos y especiados que se expresan con elegancia. Fruta del bosque madura en pleno apogeo. Color y aromas que representan de lo mejor de La Rioja.
Es verdad que la perfección no existe. Es un anhelo que todos pretenden llegar pero es inalcanzable. Su nobleza está precisamente ahí, pero Marqués de Vargas Gran Reserva 2016 debe de estar muy cercano a conseguirlo, pues siempre se puede exigir algo más. De lo contrario seríamos conformistas y el equipo enológico han demostrado con este vino lo cerca que podemos estar con una copa de este Gran Reserva 2016.
El mejor maridaje está ahora en el ambiente y sobre todo en la compañía, pues se merece una buena copa de cristal, un momento “slow” y personas que sepan apreciar la excelencia.
Los vinos están pensados para el disfrute. Muy pocos como Marqués de Vargas Gran Reserva 2016 llegan a emocionar.
Ricardo G.