Cada nueva añada supone un reto excepcional para un vino, porque los ciclos climatológicos son distintos, pero “la calidad es innegable”, explica Rubén Pérez Cuevas, enólogo de Ontañón Familia, para el que la complejidad aromática y la sutileza en boca es una de las claves de la añada 2021, que acaba de salir al mercado.
Ontañón Crianza nace de un múltiple ensamblaje de variedades (Tempranillo y Garnacha), terruños, alturas y viñedos de diferentes edades situados en las estribaciones de la Sierra de Yerga, todos ellos en cotas superiores a los 550 metros sobre el nivel del mar. “Con el Tempranillo obtenemos largura y otorgamos durabilidad al vino, y con la Garnacha, lo dotamos con una identidad que tiene que ver con nuestra esencia de Rioja Oriental, la identidad de nuestro territorio de origen, además de las características propias de este cultivar: cuerpo, dulzura y una irrenunciable vocación frutal”.