Posiblemente, cuando publiquemos este artículo solamente encontremos este vino adquiriéndolo en la bodega, pues son pocas las botellas, que se elaboran, pero hemos querido hacerlo porque pocos vinos desprenden la magia y singularidad de un terroir como Barbas de Gata y por tanto se merecía un reconocimiento en nuestras páginas de solwines.
Primero tenemos que situar al personaje. Pedro Mercado madrileño, profesor de enología en la universidad Politécnica responsable de algunos Másters y propietario de Pago Los Balancines estuvo durante dos años buscando el sitio adecuado para elaborar los vinos cuya personalidad tuvieran el alma, que deseaba para sus vinos, y lo encontró en unas tierras en la provincia de Cáceres.
Los viñedos de Barbas de Gata se encuentran a 900 metros de altitud en la sierra de Gata. Una pequeña parcela de viñedos viejos de la variedad Garnacha, prefiloxéricos y probablemente de los más longevos de España.
Se trataba pues de elaborar un vino, que demostrase algo diferente a cualquier otro. Pureza, grandeza de la Garnacha y con la máxima expresividad independientemente del número de botellas. De ahí nace Barbas de Gata 2019. De unos suelos graníticos de extrema pobreza en donde la Garnacha se tiene que enraizar con fuerza y sacar de la tierra los pocos nutrientes que la aportan.
De una botella elegante como su etiqueta se esconde un vino de color rubí de capa media en donde tras descorchar la botella aromas especiados, regaliz fruta compotada de grosella negra y arándanos, como notas de tabaco se asoman con cierta intensidad.
En boca es potente, persistente, de cierta acidez muy agradable, largo y complejo.
Un vino de culto que armoniza muy bien con guisos de carne roja, estofados, platos de legumbres como un cocido o fabada, carnes de caza y ciertos platos especiados de la cocina indú o los contundentes y picantes recetas mejicanas.
Si Pedro Mercado llevaba dos años buscando un viñedo que aportase este tipo de vinos, creo que sin saberlo hay muchos aficionados y prescriptores que sin saberlo también estábamos esperando encontrar este tipo de vinos tan personal, un vino con alma como los que nos encontramos en Pago los Balancines.
Ricardo G.